Tesoro Temuquense
“De los semáforos al mundo: la travesía de Solluto, el payaso que se enamoró de Temuco”
Con más de 25 años de trayectoria, Fernando Mardones Salazar —conocido como Payaso Solutto— ha recorrido más de 30 países en 4 continentes (América, Europa, África y Asia) con su espectáculo de circo callejero, nacido en los semáforos y moldeado con técnica, pasión y dignidad. Desde Temuco al Caribe, desde Valdivia hasta Berlín, su historia es un testimonio de arte, transformación y libertad.
Fernando Mardones no lleva nariz roja todos los días, pero en su interior late un payaso de vocación profunda. Más allá del personaje, hay una historia de humildad, viajes, aprendizajes y decisiones valientes. Con el nombre artístico de Solutto, ha desarrollado un estilo propio dentro del arte circense, forjado tanto en los semáforos del sur de Chile como en festivales europeos y del mundo.
Fernando comenzó haciendo malabares en las calles, como una forma de ganarse la vida y, eventualmente, estudiar cocina. Pero fue el payaso, no la gastronomía, quien terminó ocupando el centro de su vida profesional y emocional.
“Todo empezó en el semáforo. Ahí nacieron los malabares. Y de ahí, el payaso… que fue lo que finalmente me enamoró… Yo vengo de una familia humilde de 6 hermanos. Si no hubiese salido a la calle, no hubiese tenido chance de estudiar”.
En Valdivia, después de sus estudios, se le presentó una oportunidad de trabajo en el mall de la ciudad, donde terminó formando parte del equipo de marketing. De payaso cuya oficina era una bodega en el subsuelo, pasó a la oficina de gerencia. “Yo hacía todo: contrataba promotoras, organizaba eventos, servicio al cliente, montajes… aprendí muchísimo. Pero cuando pedí un aumento y no me pescaron, me fui. Me dijeron que nadie era indispensable”.
LOS VIAJES DE LA TRASNFORMACIÓN
Y así lo entendió. En 2006, Fernando decidió emprender un viaje sin un rumbo fijo. Con una mochila al hombro, su vestuario y el arte como única certeza, partió hacia el norte. Recorrió Chile, atravesó Perú, Ecuador y Colombia, y llegó hasta el Caribe. Su escenario fueron los semáforos, y en ellos encontró un aprendizaje profundo, tanto artístico como humano.
Durante ese recorrido entendió algo clave: no bastaba con saber hacer. “El trabajo y la técnica estaban, pero no lograba conectar”, recuerda. “Yo venía de estudiar la técnica del “Clown” un enfoque muy teatral, más estructurado, así que le pregunté qué opinaba de mi maestro, a otro maestro muy reconocido en el mundo del circo de callejero. Y él me respondió: es un tremendo artista. Pero él hace teatro. Lo que nosotros hacemos acá es calle. Y la calle es otra cosa. Ahí entendí la diferencia”.
UN PAYASO LATINOAMERICANO
Fernando reivindica su identidad artística como un payaso. Un payaso latinoamericano, no tradicional, no escolarizado en lo europeo, sino moldeado por la calle y la realidad social de este continente. “Mi payaso no es el típico Tony chileno. Es un poco charlatán, torpe, que va tras su objetivo y se tropieza con mil cosas. No busca ser el mejor malabarista, sino contar algo desde lo honesto de la raíz de su oficio”.
En uno de esos viajes surgió también el nombre que lo acompañaría desde entonces: Solutto, parte del dúo Soluto y Solvente, una ocurrencia basada en química y en el concepto de "solución clown" que es parte de la poética del clown.
“Éramos Pablo Sánchez y Fernando Mardones. Nada más. Hasta que un día, recorriendo Sudamérica nos dimos cuenta que nuestro espectáculo era la solución económica a este viaje, a nuestra realidad, a nuestra vida. jugando con esas palabras, dijimos: ‘Una solución tiene un soluto y un solvente’. Y así nos hicimos llamar. Solo para cerrar el show y despedíamos del público: ‘Él es Soluto y él mi compañero Solvente y juntos somos “Solución clown”’.
Tras la separación de ese compañero en 2009, Fernando emprendió su primera gira por Europa. Desde Berlín se desplazó por Alemania, Holanda, Francia, República Checa, Croacia y Austria. “Aunque el idioma cambia, la esencia no. El lenguaje del payaso es universal”.
UN NUEVO ESCENARIO
Tras 15 años en Temuco, donde actuó en escuelas, teatros y calles, Fernando cierra una etapa. Vendió su camioneta y sus carpas, y parte rumbo a un nuevo proyecto fuera de Chile, donde seguirá compartiendo su arte circense como parte de un elenco internacional.
“Ya no seré Solutto caracterizado en la escena, pero toda mi experiencia va en ese personaje. Voy a interpretar, pero con el corazón de mi payaso latiendo siempre bien fuerte”.
Fernando Mardones, el payaso Solutto, no se despide del arte ni del circo. Solo cambia de escenario. Lo que empezó en un semáforo del sur de Chile ha cruzado fronteras, idiomas y formatos. Su historia es un homenaje a la calle, a la dignidad del arte y a la libertad de elegir su propio camino.
